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      Cuanto más contemplamos la frescura y sensibilidad de tus acuarelas, más comprendemos la naturaleza de un espíritu humilde, sereno, comprometido y armónico como era el tuyo, Clemente. 
      Tu tiempo se ha acabado, pero siempre nos sentiremos tocados por tí cuando las observemos. 
         
    
    Isabel Menéndez    |